“Siento que puedo transferir mis pensamientos negativos acerca de mí mismo al repollo, ir a dar un paseo con él y regresar a casa sintiéndome mejor”, opinó el joven Lui Ja Chen, de 17 años.
“Si veo a alguien en la misma condición mía, es fácil empezar una conversación. Los repollos son mejores que los perros ya que no ladran y no empiezan peleas con otras verduras. Ni siquiera necesitan alimentación y no dejan suciedad en el pavimento”. Ver para creer, la extravagancia llevada al extremo en este espectáculo.
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